El 15 de agosto es el aniversario de Piura, una de las primeras ciudades del norte en proclamar su independencia en enero de 1821. Sobre este proceso, independentista, conversamos con la historiadora Elizabeth Hernández García.
Por Koko Zavala. 16 agosto, 2021. Publicado en el Diario Correo, el 14 de agosto del 2021.La doctora Hernández, profesora de la Universidad de Piura, describe el ambiente político y económico que se vivía en los años previos a la independencia de Piura: “A fines del período virreinal, el Perú políticamente se encontraba dividido en intendencias. Una de ellas era la de Trujillo, que comprendía todo el norte del Perú. Piura era un partido que formaba parte de esta intendencia trujillana…”.
¿El partido de Piura constituía uno de los espacios más importantes, desde el punto de vista económico?
Así es. Además de toda la riqueza económica en haciendas, tinas de jabón y manufacturas, Piura contaba con Paita, puerto fundamental de la costa peruana hasta donde arribaban navíos de dentro y de fuera del Perú. Ello contribuía a una gran circulación de los productos locales de la región, y a un gran tráfago de productos venidos de otros espacios sudamericanos. Grandes transacciones mercantiles y grandes fortunas se forjaron en este norte conectado. No sorprende que muchas de estas hayan tenido como origen troncos familiares vinculados a Piura.
¿y, cómo era Piura, en lo social?
La sociedad piurana, a similitud de cómo se dio en otros puntos del virreinato, era variopinta. Españoles (nombre que englobaba a criollos y peninsulares), indígenas, mestizos, negros y demás castas fueron materia de estudio de distintos informes de gobierno, así como de personajes ilustrados que, como Lecuanda, definieron sus características específicas en cuanto a fisionomía, trajes, producción y carácter.
Uno de los grupos más significativos era la elite piurana, conjunto de grandes familias forjadas en los referentes de nobleza castellanos, dueña, por ejemplo, de las haciendas más productivas de la región. Este grupo se encontraba en relación cotidiana con las comunidades indígenas que, por su parte, eran muy fuertes en cuanto a la propiedad comunal y a la defensa de sus fueros inclusive en los tribunales de justicia.
En este gran espacio “periférico”, conectado a las provincias surecuatorianas, no solo circularon mercancías, sino también bienes culturales, información, ideas y personas. Ello fue evidente, sobre todo, en la política norteña de inicios del siglo XIX, cuando se vivió la gran crisis de autoridad en la metrópoli.
¿Qué motivó a los piuranos, a dar el paso decisivo por su independencia?
No existe una única razón por la cual Piura proclamó su independencia el 4 de enero de 1821. Pero, podemos analizar situaciones que condicionaron esa proclama. En primer lugar, la inestabilidad política que vivió la metrópoli durante la invasión napoleónica a España puso sobre la mesa toda una tradición que tenían los reinos americanos en la defensa de sus libertades y de sus derechos a través de los cabildos. Piura no fue la excepción.
El cabildo piurano manejó también ideas de “autonomía”, de “defensa de privilegios” y de “legitimidad” en cuanto a la política y a los políticos. Piura se mantuvo leal a España, pero el retorno al absolutismo monárquico por parte del rey Fernando VII pudo desencantar a más de uno.
¿Influyó la llegada de Cochrane?
Efectivamente. La llegada de Cochrane al puerto de Paita (abril de 1819) evidenció que la independencia, que hasta ese momento se veía desde lejos, estaba ya en la puerta de la casa. El revuelo que esta invasión produjo fue muy fuerte. Los patriotas se sintieron animados; pero, los destrozos que la escuadra libertadora realizó en el puerto dieron más bien un mensaje negativo sobre lo que significaba la independencia. Por ello, los realistas reafirmaron sus posiciones. Piura volvió a manifestarse leal al rey de España, aunque no por mucho tiempo.
¿Cuál fue el momento decisivo?
El año decisivo fue 1820. En octubre, Guayaquil, la ciudad-puerto con la que Piura mantenía una estrecha comunicación, proclamó su independencia. Por tanto, Piura se vio cercada por un frente patriota al norte. En diciembre, Lambayeque y Trujillo proclamaron su independencia a instancias del marqués de Torre Tagle, intendente de Trujillo. Piura, ahora, estaba cercada por frentes patriotas al sur. Finalmente, el 3 de enero de 1821 llegó una comunicación de Torre Tagle al cabildo de Piura intimándole a la proclamación de la independencia pues, de lo contrario, tropas armadas desembarcarían en el puerto de Paita e invadirían la ciudad. Esa noche en Piura todo fue movimiento.
Los jóvenes patriotas, que se supone eran un grupo pequeño, se movilizaron buscando más adhesiones, mientras que los patricios piuranos decidieron convocar a un cabildo abierto para el día siguiente. El 4 de enero de 1821, luego de verificar cuál era la decisión política de la tropa armada que resguardaba la ciudad, las autoridades del cabildo piurano decidieron proclamar la independencia. Esta proclamación se hizo sin derramamiento de sangre, sin enfrentamientos bélicos previos. El cabildo, la institución política más importante, decidió la independencia.
¿Qué impactos produjo este proceso en la política de Piura?
La independencia de Piura, como pasó en muchas otras ciudades, fue consecuencia de un acuerdo de las clases dirigentes, puesto que esta institución estaba constituida por las elites de las localidades. Al ser un acuerdo, la consecuencia inmediata fue la permanencia de las elites como autoridades clave en el nuevo orden político. En Piura se estableció una junta gubernativa conformada: Manuel Diéguez Florencia, Nazario García Coronel y José de Lama. Como comandante militar fue elegido Miguel Gerónimo Seminario y Jaime.
El cambio no fue radical…
No; no hubo un cambio radical en cuanto a nuevos nombres en la nómina ahora independiente. Antes bien, se buscó siempre la permanencia. Y la segunda consecuencia política fue el reconocimiento del marqués de Torre Tagle como gobernador intendente del departamento de Trujillo y como la autoridad que representaba a José de San Martín. Todo esto se dio cuando Lima aún no proclamaba su independencia.
El norte fue el primer gran espacio en proclamarla. Por lo tanto, fue la primera gran estructura política independiente. Dentro de ella, Trujillo, por la presencia de Torre Tagle y por haber sido la capital de la intendencia, se convirtió en la cabeza política del norte peruano. Esta situación fue motivo de varios enfrentamientos entre Piura y Trujillo, dejando en evidencia que el camino hacia la consumación de la independencia no fue un lecho de rosas.
¿Piura fue un ejemplo para el resto del país, al proclamarse antes su independencia?
No creo que se constituya en “ejemplo”; en todo caso, el estudio de cómo se dio el antes, el durante y el después de la proclamación de la independencia piurana y norteña en su conjunto nos permite, a los historiadores y a la ciudadanía en general, romper con una historia que durante mucho tiempo ha privilegiado el 28 de julio de 1821 como la fecha central de todo el proceso.
Como he mencionado en otros escritos, julio de 1821 se revistió de un poder simbólico al haber sido la capital del virreinato más viejo de Sudamérica, al concentrar a las elites más poderosas del Perú, al intentar que la política y la guerra girase desde este centro. No obstante, las historias regionales nos demuestran con contundencia que ganar Lima no significó ganar el territorio peruano ni mucho menos.
¿Qué mensaje trasmite esta causa para Piura, a 200 años de su independencia?
Creo que el mensaje principal de este proceso, para todos los que estudiamos la región y la nación es que la historia de la independencia de Piura va más allá de la fecha de su proclamación. El 4 de enero de 1821 fue el inicio de algo más grande. Fue un cambio político que supuso graves consecuencias en la historia local, regional y nacional. Solo pensemos un momento en lo que significaba dar vivas ahora a la “patria”. Suponía sustituir al rey. Y el problema fue ¿y ahora a quién ponemos? El tema político no acaba con las proclamaciones de independencia. Y esto, que se ha visto con mayor ahínco para Lima, debemos recordar que también se vivió en las regiones y en las localidades. Ningún cambio de estructuras mentales es inmediato.
Unido a lo anterior, es importante también recordar que la independencia se consumó militarmente en Ayacucho en 1824.
Entonces, los años siguientes habrá otros aniversarios importantes…
Así es. Camino hacia esa consolidación, la historia de la independencia regional norteña está pronta a conmemorar otros bicentenarios en los años siguientes. A mi modo de ver, uno de los más significativos, es el apoyo de Piura y del norte peruano a José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete en 1823, cuando este estableció su sede de gobierno en Trujillo. Por primera vez en la historia nacional, la capital de la república se trasladaba al norte, en contraposición al gobierno que se había establecido en Lima.
Esta historia la tenemos que seguir estudiando e insertando en el discurso independentista para entender la fuerza de las regiones, en especial del norte, en la conformación del nuevo estado republicano.
Elizabeth Hernández García
- Es doctora en Historia. Docente de la UDEP y miembro de Instituto Riva-Agüero.
- Especialista en la nueva historia de los procesos de independencia en el Perú, en la historia regional y en los procesos de construcción de las repúblicas y del estado.